jueves, 12 de mayo de 2011

Mineros

Hay una historia que dicen es verídica. Aparentemente sucedió en algún lugar de África. Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejo aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás.

De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media. Mucha gente de fuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?
Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el piso. Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?
El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.
El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora.
Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su máquina. Y cuando la primera media hora pasó. Él dijo:  "ha pasado media hora" . Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que les informo la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos. No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.
Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. Dijo "pasó otra media hora"... y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo. Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.
La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia... el que tenía el reloj.
 Reflexión:
Esta es la fuerza que tiene la fe en nuestras vidas. Esto es lo que nuestros condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros. Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras posibilidades se multiplican.

jueves, 5 de mayo de 2011

Dedica tiempo a los que te quieren

Un hombre vino a casa tarde del trabajo, cansado e irritado, y encontró a su hijo de 5 años esperando en la puerta.

- ¿Papá, puedo hacerte una pregunta?
- Sí, ¿cuál es?" contestó el hombre.
- ¿Papá, cuánto ganas en una hora?
- Eso no es asunto tuyo. ¿Por qué preguntas eso? - Dijo el hombre enojado.
- Sólo quiero saberlo. Por favor dime, ¿cuánto ganas en una hora? repitió el hijo.
- Si quieres saberlo, en una hora gano 20 euros.
- Ah, vale - contestó el pequeño, cabizbajo. Volviendo a mirarlo, dijo
– Papá, ¿puedo pedirte prestados 10 euros?

El padre se puso furioso, - "Si la única razón por la que me has preguntado eso es para poder pedirme prestado dinero para comprar un juguete tonto o alguna otra cosa sin sentido, entonces vete directamente a tu cuarto y acuéstate. Piensa sobre por qué estás siendo tan egoísta”.
- Yo trabajo muy duro muchas horas todos los días, y no tengo tiempo para estas tonterías infantiles."
El chico fue calladamente a su cuarto y cerró la puerta. El hombre se sentó y empezó a ponerse aun más enfadado pensando en la pregunta del hijo.
- ¿Cómo se atreve a preguntar cosas así sólo para conseguir algún dinero?
Después de una hora o así, el hombre se había tranquilizado, y empezó a pensar que quizás había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo que realmente necesitara comprar con los 10 euros. Y la verdad era que no pedía dinero muy a menudo. El hombre fue a la puerta del cuarto del hijo y abrió la puerta.
- "¿Estás dormido, hijo?" - Preguntó.
- "No papá, estoy despierto," - contestó el chaval.
- "He estado pensando, quizá haya sido demasiado duro contigo antes," -dijo el padre, - "Ha sido un día largo y he pagado mi agresividad contigo. Aquí están los 10 euros que me pediste."
El pequeño se sentó y sonrió. - "¡gracias papá!" - gritó.
Entonces, buscando bajo su almohada sacó algunos billetes arrugados de cinco euros. El hombre, viendo que el muchacho ya tenía dinero, empezó a ponerse enfadado de nuevo.
El pequeño contó despacio su dinero, entonces miró a su padre.
- ¿Por qué pides más dinero si ya tienes? - refunfuñó el padre.
- Porque no tenía bastante, pero ahora sí. - contestó.
- "Papá, ahora ya tengo 20 euros. ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor mañana ven a casa algo más pronto y juega un rato conmigo."
 Reflexión:
No debemos permitir que se nos escurra el tiempo de entre los dedos sin haber dedicado algo del mismo a aquéllos a quien realmente apreciamos y queremos.