A veces escuchamos este nombre de “Cuaresma” y nos cae poco simpático. Tenemos que aprender a mirarlo con otros ojos.
La palabra “Cuaresma” significa “cuarenta” días. Cuarenta días que nos ayudan a llegar más ágiles y despiertos a la gran fiesta de la Pascua de Resurrección.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marca del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
Ya ves que la Cuaresma es como “un entrenamiento”. Para entrenarse bien hay que tener buena disposición, ganar en agilidad, ser más moderado en el ritmo de vida, tener ganas de superación… algo de eso se nos pide en esta cuaresma.