¿Por qué nuestra vida no es siempre una obra de arte?
¿Por qué no nos atrevemos a sacar delante de todos nuestras cualidades?
¿Qué hace que me dé vergüenza decir en público que pertenezco a un determinado grupo o que realizo una actividad?
¿Por qué no me atrevo a actuar bailando, cantando, interpretando o tocando algún instrumento delante de mis compañeros?
Si pensáramos un momento en por qué hacemos lo que hacemos, cuando en realidad hay otras cosas que amamos más; o si pensáramos por qué no hacemos lo que no hacemos, cuando en realidad es lo que amamos...
¿Qué motivo encontraríamos? Puede que el miedo.
Miedo al fracaso o a no aguantar todo el esfuerzo que requiere;
miedo a que se rían de nosotros, miedo a defraudar;
miedo al rechazo, miedo a asumir las consecuencias de algo tan grande;
miedo al cambio o a lo desconocido, miedo a la soledad o a ser diferentes…
Y así acabamos ocultando, ignorando y matando aquello que de verdad nos importa y amamos, acabamos dejando a un lado aquello por lo que daríamos la vida o dedicaríamos todas nuestras energías, aquello que realmente nos emociona y a lo que nos sentimos llamados.
Y no me digas que no es triste una vida así.
Por eso, pregúntate hoy:
¿Me atrevo a vencer mis miedos y mi vergüenza?
¿Me atrevo a compartir mis cualidades y mis habilidades?
¿Cuándo y cómo lo puedo hacer?