El pasado día 10 de este mes de marzo se cumplía un año de la terrible tragedia del tsunami en Japón, agravada por el desastre de la central nuclear de Fukushima.
Aún tenemos ante nuestros ojos las terribles escenas de las casas arrastradas como si fueran de papel, los coches amontonados, montañas de escombros por todas partes. Y todo ello unido al peligro nuclear. Los miles de fallecidos y desaparecidos.
Conocimos a los famosos héroes de Fukushima. Hombres que aún sabiendo que la radiación era muy fuerte y que quedaría dañada su salud para siempre o incluso morirían al poco tiempo, no dudaron en acudir a la central para tratar de reparar los daños causados por el desastre.
Hoy después de un año hemos recordado el desastre y, sobre todo, hemos recordado a todas las víctimas.
Ahora tenemos sobre la mesa otra discusión: Energía nuclear sí, energía nuclear no. Sea como sea, tenemos que ser conscientes de que vivimos en una situación de continuo sobresalto. La historia nos va enseñando que de cuando en cuando recibimos estos golpes, para los que no estamos nunca suficientemente preparados.
Ojalá fuéramos capaces de evitar todo aquello que sí está en nuestras manos.
Cuántas guerras, tragedias, desastres humanos… está en nuestras manos poder evitarlos y sin embargo no les ponemos remedio.
La historia, que es maestra de la vida, nos enseñe a afrontar los acontecimientos y a superarlos con decisión.